Reflexionando sobre la discriminación visual

He creído conveniente comenzar a reflexionar con algo tan sencillo como es la habilidad para analizar visualmente la apariencia de una persona. Dicha información que recibimos conforme a varias características básicas, nos ayuda a analizar, reconocer, memorizar, asociar o resaltar aspectos que van a alimentar nuestra memoria visual y que quizá inconscientemente hará crecer nuestra experiencia a anticipar actitudes, reacciones o prejuicios. 

¿Por qué discriminamos? porque todos lo hacemos, sería inútil convencerse de lo contrario. Todos en algún momento hemos discriminado en mayor o menor medida. Yo me he preguntado alguna vez cuándo comenzó esa percepción, y quizá la discriminación ha comenzado con un prejuicio, una actitud hostil hacia una persona que pertenece a un colectivo o un rasgo que hace que nos pongamos en alerta porque desconocemos cómo actuar o creemos entender cómo actuar, pero erramos. 

Aceptamos una idea cuando confiamos en otras personas o en su opinión en particular, por lo que nuestro comportamiento crece exponencialmente mediante esa transferencia de ideas. 

Ahora quiero trasladarme a algo familiar, algo cercano, un ejemplo de discriminación por error. 

Una persona muy cercana a mi era empleado público, joven y entusiasta que por trágicas circunstancias sufrió un accidente de tráfico. Tras varios meses de hospitalización y rehabilitación se incorporó a su puesto de trabajo y lamentablemente todo cambió para él. Le fue diagnosticada una discapacidad psíquica producto de las secuelas que padeció y que en cierto modo le creó una gran dificultad para adaptarse nuevamente a su puesto de trabajo, pero lo consiguió porque aún conservaba el tesón y el ánimo para ello.

Sin embargo, comenzó un doloroso camino de insensibilidad porque casi automáticamente por sus rasgos, su forma de hablar, de caminar, de mirar...lo encasillaba en alguien "lento", "complicado", "fuera de lo común"..., lo que hizo que finalmente terminara por ser excluido del entorno laboral en el que ejercía su labor y creyeron más conveniente que realizara tareas ajenas al espacio en el que había labrado años de servicio y entre otras cosas, dejara de estar de cara al público.

 Vivencias como estas van ahondando en la necesidad real de cambiar esa discriminación que nos rodea, en tantos aspectos, en tantos contextos, cuyo padre es el absoluto desconocimiento de la situación compleja de cada persona, que nos lleva a actuar con miedo, miedo al cambio, miedo a ponernos en lugar del otro, miedo a lo que no es común. 

Abramos la mente, a formarnos, a buscar soluciones, a participar y ser partes implicadas en una transformación individual real, para no reproducir esas ideas, esa discriminación visual. Porque no es un camino corto y probablemente nos acompañará a lo largo del tiempo.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Banco colaborativo de proyectos #INAPGobiernoAbierto

Introduciéndome en el concepto de Gobierno Abierto